Me despierto temprano y me incorporo porque entra a raudales el sol por la ventana. El monótono pero siempre estimulante rumor de las olas alcanza a colarse por las rendijas de una ventana entreabierta, ¡en diciembre!, mientas la piel desnuda de mi compañera de cama toma orientes dorados y hasta mi pituitaria llega ese aroma a gloria del pan recién tostado y de un café que justo acaba de salir.
En estas condiciones, decidme, ¿a quién coño le apetece escribir en el blog?
viernes, 7 de diciembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Don Antonio no pierda el tiempo. Hace bien. Yo también termino pronto.
Salud y República
Vistete, pasea y regalale algo a esa persona que comparte su vida contigo.
Besos.
Ni un segundo, Rafael.
He intentado pasear desnudo, luna, pero no me ha dejado. El regalo se lo traje en mano y, si ella me deja, ya te contaré lo que fue.
¿Quién no te ha dejado pasear desnudo? Si alguna vez lo haces, por donde quieras, yo te acompaño,desnuda también. Yo sola, no, entre otras cosas, porque corro el peligro de no llegar a dónde quiera llegar tal y como quiera llegar. ¿Se entiende?. Pero contigo me siento protegida (y amada) así que cuando quieras paseamos desnudos.
No te dejo que cuentes el regalo que me hiciste. Me encantó pero me da mucha vergüenza que se sepa...
Publicar un comentario