lunes, 24 de septiembre de 2007

adieu, mon ami

He pensado, de siempre, que los mimos no se morían, que eran tan eternos como sus habilidades. De hecho, tengo la impresión de que no lo pensaba para alabar su arte ni por inmortalizar su trabajo, sino porque sospechaba que no podían ser seres vivos. Les miraba con los ojos más grandes que los pies, desde niño, las veces (pocas) que salían en la tele, o actuar en la Plaza Mayor de Madrid, o luego por las calles de París (después de beber mi copa diaria de aquel dorado champán del exilio), sobre todo entre los grupos de discusión, foros incipientes de los vientos del cambio que rebelaban nuestros muchos pelos de entonces, que se formaban frente a Notre-Dame al caer las tardes de verano. Recuerdo que había uno cuya rutina consistía en acoplarse tras cualquier transeúnte caminando igual que él, clonando su gesto, su mirada, sus ademanes hasta convertirse en una réplica exacta para la exasperación del copiado, a menudo no muy partidario de la broma. Lo que más me entusiasmaba era cuando, de golpe, "cambiaba de caballo" al cruzarse su huésped con otro viandante. Era como la rémora que se ajustaba al nuevo perfil, el camaleón mutante. Siempre me pareció arte popular en estado puro. Cuando evoco aquellas parodias todavía sonrío entre dientes y lo disfruto en la lejanía, por eso cuando he leído que acaba de fallecer Marcel Marceau, llevándose al otro barrio su sonrisa triste y su sombrero viejo, la flor marchita que lo coronaba, la cara blanca de asombro del viejo Bip, la camiseta marinera a rayas sobre su torso esquelético, su arte universal, su poso de ternura..., me temo que se haya ido con él la esencia de la aspiración más secreta de mi alma, que era mi sonrisa.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡SUPERIOR!

RGAlmazán dijo...

Un recuerdo para el único e irrepetible Marceau.
Por cierto, D. Antonio yo también conocí al mimo que Ud. cita. O era otro que hacía lo mismo.

SAlud y República

Más claro, agua dijo...

¿Ha muerto Buster Keaton? ¿Ha muerto Groucho Marx? ¿Ha muerto Charles Chaplin?...

Pues Marcel Marceau, tampoco.

Anónimo dijo...

Qué bonito!. El poder del silencio.