las prendas no me duelen
En junio escribía yo aquí una cosa metiéndome con Pérez Reverte, o mejor dicho con una columna escrita de su puño y teclado, y le llamaba Pérez a secas, como para tomar distancias. El amigo Pedro de Paz, asiduo visitador de estas páginas, y sin embargo amigo, no se demostró excesivamente entusiasmado por mi celo hipercrítico, aunque sí debo reconocer que manifestó su inclinación por darme la razón en aquel caso en concreto. Bueno, el asunto es que don Pedro sabe que Pérez Reverte no es santo de mi devoción, más por aspectos peculiares de su personalidad y comportamiento público que por sus escritos, algunos de los cuales he leído con interés, los más con cierta indiferencia y otros sin llegar a acabarlos.
Pese a saberlo bien, y como es hombre de ley, don Pedro nos ha enviado el enlace de un artículo del citado escritor y académico, traído al hilo del que ayer vio la luz en esta bitácora. Le he leído con interés, del mismo modo que os invito a hacerlo, y debo decir (y aquí es donde se justifica el título de esta entrada porque no me duelen prendas por ello aunque sea incapaz de entender qué prendas pueden doler y cómo y cuánto) que me ha parecido interesante y dotado de una sensibilidad que percibo asaz acorde con la que por aquí se estila. Él centra su columna entre los familiares de los pescadores de Barbate (¿seguirá siendo de Franco?) y se pasma ante la actitud necia y vacua de la precaria de turno haciendo méritos en la tele de turno a costa de frivolizar con lo que no se juega. Algunas veces, viendo escenas similares, me asombro más y más del auto control y la bonhomía de nuestra gente, porque debo reconocer que, por menos de la mitad de lo que he visto hacer y decir a ignorantes indocumentados/as e insensibles de micro y cámara, a mí se me hubiera desatado mil veces la máquina de enviarles a hacer puños para hoces a coscorrones.
Del mismo modo que me reía en junio de los exabruptos de Pérez contra el reciclaje, debo hoy alabar la sensibilidad del señor Reverte frente a la pasmosa grosería que abunda tanto que invade la televisión española en su conjunto. ¡Qué cosa más cutre, pardiez!, diría con razón Alatriste, tal vez.
4 comentarios:
Estimado D. Antonio: por hombre de honor le tengo y me agrada confirmar que no me he equivocado en mis apreciaciones. Tanto como comprobar que, a pesar de su beligerancia frente al señor Reverte, reconoce -y no le duelen prendas en hacerlo- lo certero y acertado de la perspectiva este artículo en concreto. Como puede ver, ni todo el campo es orégano ni todo Reverte es deplorable. Pero su gesto (el de usted) le honra. Mucho.
Si ya se lo decía yo a mi madre por mucho que ella me insistiese en lo contrario: ves como no me equivoco al escoger los amigos.
Abrazos,
Pedro de Paz
Estoy de acuerdo con los tres: con Pérez Reverte, con Antonio y con Pedro de Paz. Por aportar mi grano de arena a la opinión, me parece que esta frivolización de los hechos responde a un tipo repugnante de populismo: el decir, "¡eh! nos preocupamos por vosotros!" cuando debieran decir "nos preocupa la audiencia".
Como anécdota personal diré que antes me preguntaba "por qué éste no hizo una canción al respecto" o "por qué el informativo no habla de esto"; ahora que escribo para cierto público descubro que hay que hablar de un hecho si estás preparado para ello, si lo haces con el corazón en la mano: si no, si es por quedar bien, por hablar por hablar, o por darte un halo de santidad, mejor no hables. Y eso es lo que les pasa a los informativos...
Hombre..tengo que reconocer que Reverte me gusta bastante, pero no por eso me resulta muy pedante en multitud de ocasiones, asi que estoy totalmente en tus apreciaciones respecto de Perez Reverte. En algunas ocasiones no estaria demas que bajase del pedestal.
Saludos del Browner
Don Pedro, me avergüenza usted con tanto inmerecido halago.
Browner, Gustavo, a veces un grano no hace granero...
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