me he abierto la cabeza
Me acabo de abrir la cabeza para mirar dentro, no vaya a ser que esté equivocado. Lo he hecho buscando certificar unos estudios neurobiológicos cuyos resultados encontré entre las páginas de un diario virtual, porque estoy vitalmente interesado en comprender a qué debo que mi vida se desarrolle como lo hace, radicalmente independiente de mi voluntad y entendimiento.
No penéis, lo he hecho con exquisito cuidado y con un escalpelo que podría cortar en el aire la vergüenza de Federico Jiménez caso de que la tuviera y de que alguien se la encontrara y me la pudiera poner a tiro. Así que, de tan afilado, no duele. Vamos, ni me he despeinado, aunque, eso sí, la raya ha cambiado de lado por culpa de este mal pulso mío que me quedó de cuando me pillé el brazo en la imprenta.
No os vais a creer todo lo que he encontrado mientras rebuscaba por los rincones de mi cerebro, sobre todo en el rincón más recóndito que es donde se atesoran los recuerdos escondidos. Lo que pasa es que no me atrevo a contároslos, porque yo sí que tengo una vergüenza conocida a cuyo lado duermo. Pero..., ¡hay cada cosa!... He visto también, de pasada, alguna envidia que no ejerce (hasta me ha parecido distinguir la que me provoca un tal David que tiene una página sublime pero que nació en 1991, el jodío), unos cuantos deseos insatisfechos, algo antiguos ya, camuflados alrededor de la glándula pineal, la reliquia de lo que en otros tiempos fuera un rápido reflejo (aunque pensaba que se solían esconder en la mismísima médula espinal, qué error de la ciencia), e incluso he percibido cómo pasaba por allí el rastro de una canción nonata que ya ni recordaba, a caballito de lo que me ha parecido una musa coja.
Hay más cosas en mi cabeza -os lo aseguro- aunque evitaré una relación exhaustiva, pero lamento confesar que no he hallado ni rastro del músculo de tolerar la ambigüedad y el conflicto que han hecho de mí, por haberme tocado en suerte, un genuino progresista en vez de un cabrón reaccionario. ¡Qué decepción! Y yo que pretendía echar algunos balones fuera... ¡Qué le voy a hacer!
¡Ha, sí! Ahora tendré que ir a casa de la vicepresidenta para que me lo cosa con la máquina de zurcir desavenencias o con la de remendar exabruptos, la que ella prefiera. A mí qué más me da.
7 comentarios:
¡Joder, D. Antonio!. No ponga esos títulos a los post que mete usted unos sustos que pa qué las prisas.
A mí esto de la política biológica como que no me da buen fario. Se empiezan con estas cosas y se acaba por tratar de consolidar como verdad ineludible lo del RH negativo y sandeces de similar calibre.
Ya no saben que inventar. Por mucho que las ciencias adelanten que es una barbaridad.
Abrazos,
Pedro de Paz
Del rosa al amarillo, don Pedro, que hay que vender el trabajo, al menos. ¿Dónde andaba usted? Se le ha echado de menos, caballero.
Ya somos dos, Pedro, los que hemos pensado lo peor al leer este título tan concreto. Mi veloz imaginación se puso a trabajar nada más leerlo llegando a la fantasiosa conclusión de que el apreciado Antonio Piera se había caído de una "Harley Davidson" (o como se diga) abriéndose la cabeza literalmente. Afortunadamente mi imaginacíon frenó (al contrario que la "Harley") nada más llegar mis ojos al segundo renglón de su artículo cuando descubrí que las metáforas e ironías "typical-Piera" me habían jugado una mala pasada.
Hay quien habla, Antonio, de envidias sanas y "pachuchas"; si es cierto que sientes alguna hacia mi modesto blog, yo desde luego, la veo llena de salud. Dejando a un lado (sólo por un rato) tanta palabrería barata, vuelvo a algo a lo que también te estoy acostumbrando merecidamente: al elogio. El hecho de que me nombres en un artículo tuyo (¡en negrita nada más y nada menos!), de que me enlaces y, en definitiva, de que me tengas presente en "malablancayenbotella" solo acrecienta mi aprecio y admiración hacia este sitio que visito diariamente.
Un saludo
Ya, David, pero tu tienes dieciséis años, jodío. Y llevas con el blog desde los 14. Si no es para tenerte envidia...
Por cierto, estoy preparando una entrada sobre tus cohetáneos, los bakalas. Ya me contarás.
Yo hace tiempo decidi no pensar porque hago unas cosas u otras, no merece la pena, me di cuenta que cada dia que pasa es un dia mas de vivencia y un dia menos que me queda de aguantar a algunos gilipollas y perdon por la expresion.
Yo utilizo mucho un dicho muy simple... "que me quiten lo bailaooo..." y a mi tambien me alucina el blog de David por el blog como tal y por su edad que me deja perplejo.
Sera que ya soy muy mayor..
Saludos del Browner
Browner, no descartes que sea por eso. Por cierto, acabo de enlazarte, que me se había olvidao. ¡Ah!, y leí tus razones para llamarte como te llamas. Me encantó ese texto.
Que sepas Antonio que me siento mal llevándote la contraria pero tengo que decirte que te han "bailao las fechas": es cierto que tengo 16 años (valeee mamá aún 15: los hago en noviembre) pero empecé con La Tertulia en mayo de este año 2007, si no recuerdo mal. Antonio: (volviendo con la coña de browner) siento decirte con voz de pito y desde mi diabólico pupitre de niño que estos fallos son debidos a la edad. Fuera de coñas no tiene ninguna importancia y, como te he dicho, no me agrada contradecirte. Seguro que lograrás sorprenderme con los "bakalas".
Por otro lado, al contrario que Browner (qué se le va a hacer, acabo de escribir a "mi tertuliano anónimo" y estoy un poco replicón), soy de los que les gusta pensarlo todo mucho.
Me sumo a Antonio en referencia al texto "el porque de Browner".
Un saludo
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