fatal, huele fatal
Olía mal el sábado pasado en la plaza de la República Dominicana, olía a franquismo y a flores muertas, con su "Cara al sol" y todo, ante las barbas impávidas de Clarence, depilada y del faraón, algo menos. Olía a connivencia, a agresión al estado de derecho, a venganza... Apestaba a peluquero ventajista, pero de estómago agradecido, convocando huestes en plena campaña electoral para arramblar votos, para pagar así favores, o justificar subvenciones. Hedía a cobardía de la Junta Electoral por permitir estas manifestaciones, rotundamente políticas y partidistas, a dos pasos del obispado, que se debía estar el gallego frotando las manos con los gritos de ¡Zapatero al paredón! y con carteles como ¡El rey habló y la cagó!
Me fui al Parque del Oeste a respirar algo de aire puro, pero también apestaba. El río artificial repleto de algas verdosas, espumarajos y mosquitos, podrido y, sin embargo, fluyendo y hasta con su pareja de patos mareados. Vaya estado de abandono del municipio, ocupado, a lo que parece, en colgarse medallas con la inestimable ayuda de una deuda que, sólo para Madrid, es mayor que la del resto de los municipios españoles juntos. No es que vayan a arrasar. Ya están arrasando.
Menos mal que, por la noche, mejoró algo la cosa, como ya os conté..., y que mi chica huele de maravilla.
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