ilusiones ópticas
Como dice un amigo de Zaragoza, entre col y col, lechuga (ese es el título de su blog de nueva cocina). En este caso, repito aquí lo de las dichosas coles porque es una forma de recordar que tengo la costumbre de ofrecer, después de algunas entradas de mayor compromiso, alguna más ligera para desintoxicar algo estas páginas de tanta enjundia.
Rebuscando por ahí, he encontrado algunas imágenes interesantes que reproduzco para vuestro disfrute. En la de Einstein, el ejercicio que os aconsejo, después de abrirla para ampliarla, es que os vayáis separando poco a poco del monitor mientras mantenéis la mirada fija en su retrato. Ante vuestra vista se producirá una transformación sorprendente, aunque casi se haya convertido últimamente en un icono del pop-art. Nada nuevo bajo la luz del sol.
En esta otra, si miráis las rayas verticales, también al alejaros, reverdecerán viejas melodías y añoradas e imaginadas presencias.
Por fin, la pregunta que uno puede hacerse al ver la tercera, la del castillo ensoñado, es qué programa gráfico puede tener efectos tan sorprendentes. ¿Photoshop quizás? Nada de eso.
Basta con darle la vuelta 180 grados para comprenderlo.
Hasta luego.
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