El linchamiento de Marías
Pues ahora va el tal Alcaraz (ese novio de la muerte gracias a la cual vive y medra que te mueres, me autocito) y se querella contra Javier Marías por un artículo publicado en El País acerca de los abundantes excesos de los cruzados de la AVT. Se lanzan de inmediato al ataque del escritor las huestes del trío de la bencina olisqueando carnaza, que hay víctima en lontananza. Husmean los perros de la guerra hedores de muerte y los peones de vanguardia, negros, por supuesto, entran a la brega como alfilcidas sin complejos.
Conste al lector que suscribo el artículo de Marías hasta en sus comas y que lo manifiesto aquí, públicamente, por si acaso alguno desea incrementar la nómina de querellados. Y eso que ya me cuesta, ya, que el bueno de don Javier no es uno de los santos de mi devoción como escribidor.
Pero lo único que cuenta en su artículo es algo que hemos podido ya comprobar a menudo en las concentraciones de este grupúsculo, y es que están resultando el caldo de cultivo ideal en el que florecen como hongos y encuentran acomodo los nostálgicos del viejo régimen franquista, las mujeres de los militarotes siempre a la vanguardia de sus propios maridos, (si lo sabré yo, que lo veía en casa constantemente), los que se llaman a sí mismos peones negros, bajo el liderazgo de Luis del Pino (búscalos en la red si te interesa saber más de ellos, no me da la gana poner sus links), los que atacan periodistas a la vieja usanza, los que piden fusilamientos a gritos…, vamos, sin lugar a dudas, lo peor de cada casa.
Sin embargo, en una nueva burla-fraude de ley, el mismo fulano cuya estrategia política se basa en poner en duda sistemáticamente las sentencias de los jueces cuando no coinciden con sus opiniones extremistas, que es casi siempre, se acoge con fingida humildad y desvalimiento bajo el manto de la Justicia justiciera para querellarse contra un escritor que cuenta lo que pasa en sus orgías y de lo que el mismo Alcaraz, como convocante, es manifiestamente responsable solidario. Todos sabemos lo que puede controlar un servicio de orden en una manifa cuando el que la convoca así lo quiere.
Hasta tal punto asquea la inmoral posición pública de este individuo, su absoluta carencia de la menor ética personal, (¿por qué en el 98 no salió a la calle para protestar contra el acercamiento de presos del Movimiento Vasco de Liberación, como dijo Aznar?), que ya hay quien está abriendo concursos de interpretaciones de sus siglas (podéis mandar aquí las vuestras), del género Asociación de Víctimas de Alcaraz o Asociación de Vividores del Terrorismo e incluso quien se apunta a la creación de una Asociación de Víctimas de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVAVT) de la que Marías será sin duda socio fundador, y yo el segundo.
Tengo dos libros de cabecera y uno de ellos es el magnífico Manual de literatura para caníbales, de Rafael Reig (el otro es de un tal Jack Daniel’s), en el que se puede leer sobre el mencionado escritor ahora perseguido este hilarante monólogo ficción puesto en boca de nuestro involuntario protagonista cuando acaba de proclamarse emperador de Redonda: ¡Marías! Retumba, refulge, reluce… Es nombre de filósofos antifranquistas, de campeones de la narrativa, de implacables críticos de cine, de historiadores… y ahora, por fin, de reyes. No es, como dije antes, santo de mi devoción este autor, lo que acabo de confirmar al visitar su blog de autobombo descarado, pero ello no quita un ápice para que quede constancia aquí de mi plena solidaridad con su actual situación de querellado y mi total acuerdo con lo que dice y firma en su artículo. Lo dicho, un país demasiado anómalo.
1 comentario:
Algunos la llaman Asociación de Vengadores Talibanes, ¿te vale?
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