miércoles, 17 de enero de 2007

Vómito (y III) - Una de política-ficción

Desde cuándo un Jefe de la Oposición necesita volver a su sede, tras entrevistarse con el Presidente del Gobierno, para dar una rueda de prensa y expresar en público sus opiniones acerca de la reunión que acaba de mantener? ¿Dónde en el mundo se ha visto tal cosa? ¿A qué se deben las abundantes contradiciones en que se le ha pillado al Marianico, cuándo hubo tantos donde dijedigo, digodiego como los que a menudo adornan las intervenciones de tal personaje? ¿Por qué se le ponen rojas las orejas tan a menudo, cuando miente como fraile en visita? (Por cierto, le he pedido a Forges licencia para colgaros aquí un mono precioso de los suyos, y muy oportuno. Como es amiguete, lo cuelgo y ya dirá. Bueno, le he incorporado una pequeña instantánea del mismo día. ¿Con quién hablaba por el móvil en mitad del Pleno? Ah! Perdón. Seguro que estaba de charleta con su señora...)

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Esto es que se era un país en el que había un Jefe de la Oposición que no sabía qué decir hasta que se lo contaban dos muletos que tenía a ambos lados, bajo las alas, que eran los que le trasmitían a la oreja las órdenes e instrucciones de montaje que ellos, cual seres privilegiados, recibían desde las sombras.
Y había también un ex-presidente soberbio y mentiroso que había salido por la puerta de atrás cuando se creía Gengis-Khan, y que hablaba inglés y hacía vídeos y daba conferencias para pasar el rato.
Y un imperio con mucho poder y dineros que confiaba mucho y añoraba tanto más a un taimado y cruel cartucho que guardaba en la recámara.
Entonces ocurrió que todos ellos decidieron poner en el candelabro a un Mariano para que hiciera el trabajo sucio. Era fácil porque sólo tendría que decir que NO. Y aceptar su futuro de sumirse por la cloaca de la historia, porque es sabido que Roma no paga a traidores, cuando irrumpa en el escenario, a lomos de blanco corcel, desde luego a pesar de sus humildes deseos de vivir vida contemplativa, pero obligado en su recto proceder ante la tremenda crispación que sacude el país... ¡¡Tachááááán!! Él (el único que ayer no estaba en el Congreso). El que faltaba.

Os dejo, queridos, que me crispo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ciertamente, es fácil decir que NO a todo. Lo malo es cuando tienes que razonarlo... y no te sale.

Me imagino al Marianico, ensayando su discruso ante el espejo con la pléyade de asesores detrás diciéndole:

–Vamos, Mariano, dilo otra vez que aún te pones colorado.

Comparto también tu sensación sobre de pusilanimidad que derrocha Zapatero. Aún habiendo ganado el debate (fue fácil y Rajoy se lo puso en bandeja), era triste ver como rara vez levantaba la barbilla del pecho (hubo veces que creí que la cabeza se le iba a descolgar), le falta aplomo... pero, en fin, no se puede tener todo.

Anónimo dijo...

P.D: Y con respecto a la paradoja que plantea Rajoy sobre las bombas y los compromisos... ¿No habéis jugado nunca con una hormiga a que ande sobre vuestras manos poniéndo una detrás de otra? La hormiga tiene la ilusión de que avanza, cuando realmente no se mueve del sitio (maravillas de la relatividad y la combinación de sistemas en movimiento). Eso es lo que intenta Rajoy andar sin avanzar...

Anónimo dijo...

Bastante de acuerdo con tu descripción de la cosa. Por un lado, Mister Ansar sigue moviendo los hilos del PP, y ese lastre lo lleva Rajoy cada vez peor, porque su táctica actual es muy similar a aquella del "váyase señor gonzález", bronca, bronca y más bronca y utilización del terrorismo para desgastar al gobierno, caiga quien caiga. O sea, una verguenza. Y por otro, está ZP, que tiene ya muy poco crédito y que, si no fuera porque las exageraciones y mentiras de Rajoy le dan oxígeno, estaría hundido políticamente. Asin de claro. Y por otro lado, estamos la mayoría de ciudadanos que, sin estar contentos con ZP, estamos escandalizados con la actitud de la derechona. Si están así en la Oposición, cuando lleguen al GObierno la movida será irrespirable.

Antonio Piera dijo...

Precioso el simil de la hormiga, inegro, ejemplo donde los haya de esfuerzo sin recompensa. La duda me asalta. De verdad, de verdad, ¿con quién podría estar hablando Rajoy por el móvil en mitad de un pleno de esa importancia? ¿Quién puede tener la potestad de llamarle en esas circunstancias y que se ponga? No sé hasta qué punto es política ficción. Lo de ZP, por desgracia y por ahora, son jodías lentejas, superantipático. Otra cosa sería si..., pero, hoy por hoy, es que no.

Anónimo dijo...

Yo creo que Rajoy notó la vibración del móvil en el pantalón, ojeó la pantalla que le informaba del origen de la llamada: "FAES" y nada más descolgar, escuchó la voz inconfundible: "Repite conmigo: Vayase señor Zapatero, Vayase señor Zapatero, Vayase Señor Zapatero, Vayase señor Zapatero..."

Antonio Piera dijo...

Eso creo, super, así debió ser. Monos mal que no solo es mi mente calenturienta..., por lo menos, ya somos dos.